jueves, 8 de diciembre de 2011

El Sí de la Vírgen

Todos nos decimos buenos. Buenos... "a nuestra manera".
Lo que ignoramos, es que llamamos mentiroso a Dios hablando así (y a todo familiar, antecesor, libro, etc.). Lo que Dios-Hijo fue, hizo y habló durante esos treinta y tres brillantes años; Su Iglesia y sus sacramentos; el hombre más amado del mundo... no nos interesa, pues nosotros "sabemos" qué es lo que es bueno, se nos ocurre decir, pensar y equivocarnos.
(1º Juán 1 mentiroso)

El Sí de la Vírgen es al revés. Es decirle "sí" a Jesús, sí a Dios.
A la Vírgen se le apareció un ángel, que le auguraba no todas cosas buenas. Ser la madre de Dios significaba también mucha responsabilidad, y muchos padeceres. Una voluntad que siquiera ella entendía ("¿por qué yo?"), y sin embargo humildemente dijo sí, de corazón, con todo su amor y libertad. No quiso renegar, porfiar, de Dios; de lo más bueno, puro y sagrado del mundo.
(Lucas 1 Fiat)

¿Y tú?

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